La mediación en el caso Negreira
El caso del que seguramente se seguirá hablando hasta no enterrar el dolor de lo sucedido con una solución que cure las heridas en el ambiente del fútbol como en todo el deporte es éste que pone en jaque al Fútbol Club Barcelona y al ex vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros de futbol de la RFEF, José María Enríquez Negreira.
El pago de más de 6 millones de euros por parte de la institución catalana al ex dirigente del arbitraje español ya ha sido observado desde la esfera de la justicia deportiva y lo está siendo desde la competencia penal.
La historia habría sido que dicho pago habría existido para que el arbitraje del futbol español guardase con el prestigioso club catalán cierta neutralidad que le garantizase equidad en los resultados.
Esto parece reavivar la siempre presente cuestión del soborno o la incentivación. Parecería que en este caso se acercaría al segundo más que al primero, pues sería pagar para que los colegiados realicen su trabajo de manera correcta. El escenario del conflicto es mayor y crítico, pero nada que no pueda ser resuelto.
Hemos escrito en este mismo medio muchas veces sobre las bondades de los medios alternativos de resolución de conflictos. Incluso en materia penal el proceso restaurativo ha nacido para aliviar las cargas de las culpas y la relación entre víctimas y victimarios.
En principio se hace imprescindible conocer quienes son las partes de este conflicto que ha tomado estado público.
Enriquez Negreira por un lado, y la dirigencia del FC Barcelona (personificado en sus autoridades en los años que ocurrieron los hechos) por el otro. El Comité Técnico de Árbitros, la familia arbitral española lesionada en su honor, la Real Federación Española de Fútbol como patrona del futbol, en representación de los otros clubes del fútbol y la Liga. Estos últimos de manera solidaria. Seguramente a ellos se debiera sumar a socios, simpatizantes y espectadores que, de alguna manera, se sintieron engañados por creer que en el fútbol todo se desarrollaba con absoluta normalidad.
Seguramente a la mesa de la mediación no vendrán todos los actores, más si los principales para abordar a un acuerdo y continuar pues la vida sigue, el fútbol no puede parar, y las soluciones existen aún en la gravedad de los hechos.
Desafiliar y hacer desaparecer a una gran institución como el FC Barcelona parecería por un lado justa en lo que atañe al hecho en sí y por otro injusta pues pagarían justos por pecadores. Hablar solo de sanciones pecuniarias (aunque sean altas) seguiría el camino que los ricos siempre se salvarían desembolsando el vil metal del dinero y todo sigue igual.
Buscar soluciones es la función de las partes en la mediación, guiados por un tercero, experto en el arte de mediar y del deporte para encontrar en las partes la necesidad de ceder y aceptar maneras de que el conflicto no continúe, prevenga a los futuros en el tiempo y mantenga las relaciones tan importantes en el fútbol como en la vida con una buena comunicación.
Podrán llegar a acuerdos mixtos en los que se vean sanciones deportivas de importancia más sanciones económicas, con muestras de arrepentimientos que seguramente dejarán una enseñanza para que no se repita esta clase de acontecimientos que dañan la integridad de algo tan sano como el deporte.
Es importante que las partes confíen en la mediación y en ese tercero profesional que tenderá puentes para acompasar a las partes en la búsqueda de una solución que signifique la paz y tranquilidad a todos los actores involucrados. En este mismos sentido, se pronuncia Marisa Santana, abogada, mediadora y presidenta del Instituto Español de Mediación Deportiva y Pacificación, cuando dice que:
«La mediación en el deporte se encuentra inmersa bajo el paraguas de la cultura de la paz (Ley 27 /2005 de 30 de noviembre, de fomento de la educación y la cultura de la paz) que tiene como objeto la convivencia pacífica y la prevención de los conflictos y, en el caso de que éstos se produzcan, buscar la mejor manera de solucionarlos, con respeto, protagonismo y convencimiento de las partes implicadas (…) Hay que apuntalar esa cultura transmitiendo sus beneficios y ventajas, afrontando los conflictos deportivos desde la formación en valores coherentes con el espíritu deportivo, desjudicializando las disputas y evitando los perjuicios como el daño personal, emocional, etc., y que son consustanciales al conflicto. Valores a los que el deporte igualmente concede prioridad y sobre los que la educación es fundamental: trabajo en equipo, respeto, empatía, igualdad, solidaridad, convivencia, tolerancia, juego limpio, humildad, y paz social»
José Emilio Jozami
Periodista y alumno del Programa Ejecutivo en Compliance en el Deporte