El caso Negreira siembra la duda sobre la integridad del fútbol español
En los últimos años, el FC Barcelona se ha visto salpicado por numerosos escándalos que han afectado de forma grave a su imagen institucional: los vinculados con Neymar, haber sido el primer club de fútbol condenado por la comisión de un delito, contar con expresidentes en diversos procesos judiciales, el caso Abidal e incluso el famoso BarçaGate en el que el club a través de diferentes cuentas y perfiles en redes sociales buscaba beneficiar la imagen del entonces presidente aun a costa de la de algunos pesos pesados del vestuario azulgrana.
No son pocos escándalos, menos aun cuando el club se precia de posicionarse como “més que un club”, aludiendo a ciertos valores éticos como seña propia de identidad. Sin embargo, muchos son quienes han defendido al equipo tratando de desligar lo que ocurría en los despachos de lo que ocurría en el terreno de juego, durante la que podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que ha sido la gran etapa dorada del Barça en cuanto a éxitos deportivos e imagen deportiva se refiere, generando incluso prácticamente un estilo de juego asociado al club.
La semana pasada, un nuevo escándalo asaltó Can Barça: la publicación sobre el presunto pago de 1,4 millones de euros por parte del club a José María Enríquez Negreira, exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA). Entre los años 2016 y 2018, el Barça pagó a través de la empresa del hijo de Negreira (DASNIL 95 SL) más de 33 facturas y a razón de aproximadamente medio millón al año (532.728,02 euros en el año 2016; 541.752 euros en 2017 y 318.200 euros en el año 2018.). En el 2018, estos pagos cesan cuando el señor Negreira pierde sus funciones dentro del CTA. En 2019, solo un año después de que Enríquez Negreira saliera del Comité Técnico, DASNIL 95 SL apenas facturó 7.384 euros, y en 2020 no facturo ni un solo euro.
Las pesquisas e investigaciones sobre este caso desvelan además que era el hijo del señor Negreira el encargado de recoger a los árbitros en su hotel y llevarlos al campo, antes de celebrarse algunos de los encuentros del FC Barcelona.
Al salir esta información, las reacciones fueron muy diversas: nos encontramos a la RFEF desvinculándose del caso aludiendo que el actual equipo de gobierno llego en 2018 cuando se renovó este órgano; el CTA, por su parte desvinculándose también a este respecto y poniéndose en manos de la justicia; el Consejo Superior de Deportes mostrando cierta preocupación, pero tibia respuesta y a La Liga indicando que desde el punto de vista deportivo no podían tomarse medidas, dado que había prescrito a los tres años este supuesto, pero se mostraban abiertos a colaborar con la Fiscalía de abrirse causa penal.
Lo que llamo más la atención fue la respuesta del propio implicado, el FC Barcelona, con su presidente a la cabeza, afirmando e insinuando conspiraciones contra el club, indicando que este tipo de servicios contratados al señor Negreira están completamente normalizados y que atienden a unos supuestos informes sobre los árbitros que dirigían los encuentros del Barcelona, y unos supuestos DVD de formación sobre esta cuestión los cuales, al parecer, acabaron siendo informes verbales.
Como todo aficionado al deporte puede sentir, esta explicación genera más preguntas que respuestas y desde luego genera un debate importante sobre la integridad de la competición y como ésta se ha podido ver alterada, y muchos de los que sugerían posibles tratos de favor sacan ahora a la luz estadísticas acerca de cómo en este periodo al Barcelona le pitaron 33 penaltis a favor por solo 3 en contra, tuvieron 78 encuentros sin que se pitase ni uno solo o casi 60 sin ninguna expulsión.
El 21 de febrero se emitió un comunicado de todos los clubes de LaLiga (excepto el Real Madrid y el FC Barcelona) en el que consideran que el caso Negreira es “de máxima gravedad”, afirmando que rechazan y repudian los hechos, y que están profundamente preocupados y trabajando activamente por esclarecer cualquier irregularidad que se haya podido producir. La Liga ha anunciado que actuará con “firmeza” y el CSD declaraba que se mostrará “contundente”.
Este es un caso que daña una vez más la imagen del FC Barcelona. Y lamentablemente también pone en tela de juicio la integridad arbitral y golpea duramente a las instituciones rectoras del fútbol en España.
En el caso del BarçaGate, pudimos observar como el Compliance Officer del Barcelona terminó convertido en la cabeza de turco. En esta ocasión hemos visto un modus operandi muy similar, división de pagos en múltiples facturas, y acabar culpabilizando o cargando responsabilidades en estos responsables de Cumplimiento. Éstos desarrollan controles y protocolos para el desarrollo de una gestión transparente, pero nadie puede esperar que sean los encargados de controlar cualquier movimiento de tesorería.
El Compliance en el deporte es vital, pero igualmente fundamental es conocer sus funciones y cometidos de forma precisa.
Habrá que ver cómo evoluciona este caso que actualmente se encuentra en manos de la Fiscalía. Desde luego el daño de imagen y reputacional es ya irreparable y confiemos en esperar que se depuren responsabilidades legales, en pro de la justicia y como cimientos, para poder recuperar la fe en el estamento arbitral y en el propio deporte.
Gonzalo Jiménez Illana
Legal, Compliance & Integrity Manager en Above Sport Associates
Co-director del Programa Ejecutivo en Compliance en el Deporte
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