
Crónica del Congreso Online “Ganar en los Despachos”, un evento transformador que marcó la agenda jurídica del fútbol
Cinco años después de su fundación, el Sports Law Institute celebró su aniversario con el mismo espíritu con el que nació: democratizar la formación de calidad en derecho deportivo y acercar al mayor número de personas posibles una disciplina hasta hace no mucho reservada solo para unos pocos privilegiados.
El Congreso gratuito “Ganar en los Despachos”, celebrado en formato online y con participación de expertos de tres continentes, se convirtió en un punto de encuentro donde teoría, práctica y experiencia coincidieron para responder a una pregunta que sobrevoló todas las sesiones: ¿hacia dónde se dirige el Derecho del fútbol en una era de cambios sin precedentes?
Durante dos intensas jornadas, abogados, directiv,s, árbitros del TAS y representantes de federaciones debatieron sobre los desafíos más urgentes del ecosistema deportivo. Las sesiones fueron mucho más que un simple debate: fue una radiografía jurídica del momento exacto que vive el fútbol.
Cuatro mesas redondas — distintas en forma, pero complementarias en fondo — pusieron sobre la mesa los grandes dilemas de la industria: desde la pugna entre la autonomía deportiva y la influencia del Derecho europeo, hasta los retos de consolidar un fútbol femenino verdaderamente profesional; pasando por la transformación del mercado de agentes y las nuevas reglas que buscan equilibrar transparencia y libertad contractual, y culminando con una sesión de dilemas éticos que, con humor y valentía, obligó a mirar de frente las contradicciones del propio sistema.
El resultado fue un diálogo vibrante, a ratos técnico, a ratos provocador, pero siempre revelador. Y es que pocas veces se logra reunir a figuras de tanto peso institucional y tanta libertad de criterio en un mismo espacio.
Lo que allí se dijo — y, en ocasiones, lo que se dejó entrever — merece ser revisado con calma. Porque en cada intervención se intuyó hacia dónde se moverán las próximas reformas, los litigios que vendrán y las tendencias que marcarán la agenda de FIFA, UEFA y las ligas nacionales.
Unión Europea vs. FIFA: ¿quién dicta las reglas del juego?
La primera mesa del Congreso fue, en esencia, un choque de trenes jurídicos. Bajo la moderación de Toni Roca, director del Sports Law Institute, el debate reunió a Emilio García Silvero (Chief Legal & Compliance Officer de FIFA), Juan de Dios Crespo (Socio Fundador de Ruiz-Huerta & Crespo Abogados), Maheta Molango (CEO de la Professional Footballers’ Association) y Álvaro Gil (Asesor legal del Club Atlético de Madrid).
Cuatro visiones complementarias y, al mismo tiempo, divergentes. Todos comparten la experiencia de haber operado dentro del sistema, pero cada uno lo mira desde un prisma distinto: el regulador, el abogado, el sindicalista y el club. Esa combinación convirtió la mesa en una auténtica disección del equilibrio —o del desequilibrio— entre la autonomía del deporte y la injerencia del Derecho de la Unión Europea.
Desde el inicio, quedó claro que el eje del debate no era tanto jurídico como estructural: ¿puede el fútbol seguir gobernándose desde Zúrich con las mismas reglas que hace veinte años, cuando Bruselas empieza a marcar la pauta?
El telón de fondo era evidente: el fallo sobre la Superliga, los casos Royal Antwerp y Seraing, y la reinterpretación de la estabilidad contractual tras Lassana Diarra. Tres sentencias que, sin destruir el sistema FIFA, lo han obligado a mirarse al espejo.
Todos coincidieron en que el fútbol necesita reglas globales, pero también que esas reglas deben dialogar con el derecho europeo. Lo que antes era una línea divisoria nítida — la llamada “autonomía del deporte” — se ha vuelto un terreno poroso, donde la libre competencia, la movilidad laboral y la tutela judicial efectiva ya no se quedan fuera del estadio. Las fronteras entre derecho deportivo y derecho comunitario se difuminan, y en ese difuminado nacen nuevas tensiones.
El consenso fue que el sistema piramidal sigue siendo necesario, pero no inmutable. Las normas FIFA, pensadas para armonizar 211 federaciones, se enfrentan ahora a la pluralidad legislativa de la Unión Europea. El reto ya no es escribir reglamentos, sino lograr que sobrevivan a las diferencias entre jurisdicciones nacionales. Se habló de un “nuevo equilibrio” entre uniformidad y flexibilidad, entre autoridad central y autonomía local.
El diálogo fue subiendo de intensidad cuando se abordó el impacto práctico de los fallos del TJUE. ¿Podrá la FIFA seguir dictando normas con efecto universal? ¿O deberá adaptarlas a las particularidades de cada región?
Emilio García Silvero reconoció que se abre una nueva etapa de diálogo con Bruselas, pero insistió en que sin una autoridad reguladora global el sistema se fragmenta, el fútbol pierde coherencia y que los mayores afectados serán los jugadores. El reto no es jurídico, sino operativo: cómo aplicar los mismos principios en mercados tan distintos como Europa o Sudamérica sin sacrificar seguridad jurídica.
Molango, desde la óptica sindical, dejó entrever que, durante años, la autonomía del deporte ha sido una excusa para limitar derechos laborales y que el fútbol — si bien posee cierta autonomía — no puede vivir en una burbuja regulatoria propia.
Juan de Dios Crespo introdujo una nota de equilibrio: recordó que la intervención judicial europea, aunque legítima, debe evitar la tentación de desmantelar un sistema que — con todos sus defectos — garantiza uniformidad jurídica en 211 federaciones.
Y Álvaro Gil aportó la perspectiva del club: se exige cumplir reglas globales, pero las sanciones llegan por normas que, a veces, no dialogan con la legislación nacional. El problema no es la FIFA, es la falta de armonización.
Uno de los puntos más interesantes fue la discusión sobre el Tribunal Arbitral del Deporte. El caso Seraing ha abierto un debate incómodo: ¿puede un laudo arbitral deportivo ser revisado por un tribunal nacional europeo?
La respuesta ya no es categórica. El arbitraje deportivo, tan eficaz para garantizar uniformidad, enfrenta ahora el escrutinio de los tribunales ordinarios en nombre del principio de tutela judicial efectiva. En la mesa se percibía una mezcla de respeto por el modelo TAS y conciencia de que la confianza del sistema dependerá de su capacidad para modernizarse. La conclusión implícita fue que el arbitraje no está en crisis, pero sí en evaluación continua.
También se habló de algo que suele quedar fuera de los titulares: la fragmentación de criterios en la aplicación de sanciones y en la interpretación de los reglamentos. Lo que para la FIFA es una infracción deportiva puede convertirse en litigio laboral o comercial en los tribunales nacionales. Esa asimetría no solo complica la gestión de los clubes, sino que amenaza con erosionar la seguridad jurídica global del sistema. El reto — se subrayó varias veces — no es resistir a Europa, sino integrarla sin perder el alma del fútbol.
En definitiva, esta primera mesa no ofreció respuestas cerradas — y ese fue precisamente su valor —. Los ponentes no coincidieron en todo, pero coincidieron en algo esencial: el fútbol está entrando en una etapa de transición jurídica profunda e inevitable, donde los reglamentos ya no bastan y las resoluciones judiciales comienzan a marcar el rumbo.
En menos de dos horas se habló de home-grown players, de libertad de circulación, de sanciones disciplinarias, de los límites de la justicia privada y del papel de la Comisión Europea en la próxima reforma de los reglamentos FIFA, cada intervención dejó una pista del futuro más inmediato.
Quien vea el vídeo completo de la primera jornada entenderá por qué esta mesa fue mucho más que una conversación técnica. Fue la constatación de que el Derecho del fútbol ha entrado en una nueva era, donde el poder ya no está solo en los despachos de FIFA o en las sentencias del TJUE, sino en la capacidad de diálogo entre ambos mundos.
Auge del fútbol femenino: retos legales y nuevas oportunidades
Si la primera mesa del Congreso fue un debate de poder, la segunda fue un espejo del cambio social que está transformando el fútbol. Y, en concreto, del que ya está generando el fútbol femenino
Bajo la moderación de Enric Ripoll (socio de Cases & Lacambra), el panel reunió a Reyes Bellver (Directora de fútbol femenino de la RFEF), Monserrat Jiménez (Directora Jurídica de CONMEBOL), Marta Perarnau (Presidenta de FUTPRO) y Tania Tejeira (abogada especializada en derecho deportivo).
Cuatro mujeres, cuatro visiones complementarias, y un denominador común: la convicción de que el crecimiento del fútbol femenino no debe medirse solo en audiencias o contratos televisivos, sino en derechos consolidados y estructuras sostenibles.
La conversación comenzó con un diagnóstico certero: el fútbol femenino ha dejado de ser una categoría emergente para convertirse en un pilar del ecosistema deportivo global. Sin embargo, su marco regulatorio aún está en construcción. Reyes Bellver considera que el reto no es convencer a nadie de su legitimidad — esa batalla ya está ganada —, sino garantizar que la profesionalización llegue acompañada de derechos, estabilidad y previsibilidad.
El tono fue claro y, a ratos, combativo: se habló de contratos que aún incluyen cláusulas discriminatorias, de los derechos de maternidad y la desigual distribución de los ingresos, de clubes que no cumplen con las mínimas garantías laborales y de federaciones que avanzan a distintas velocidades. Pero también de avances reales: convenios colectivos, salarios mínimos, licencias profesionales y nuevos programas de desarrollo impulsados por FIFA y algunas de las confederaciones y federaciones nacionales.
Monserrat Jiménez, desde la perspectiva de CONMEBOL, explicó el reto de implementar e impulsar estándares comunes en países con estructuras profesionales muy dispares. Se está construyendo un ecosistema. No se trata solo de tener ligas, sino de garantizar que esas ligas sean viables, cumplan licencias y respeten derechos laborales básicos.
Quizá el momento más técnico, pero también más revelador de la sesión llegó cuando se planteó la pregunta de fondo: ¿por qué el fútbol femenino debe tener una versión “reducida” de los derechos que rigen en el masculino?
Se respondió con realismo, estableciendo que no es una renuncia, es un punto de partida. Si se exigiera el 5 % de solidaridad hoy, muchos clubes no podrían asumirlo. Pero si no empezamos a pagar nada, el sistema nunca despegará. Esa discusión condensó un dilema mayor: cómo avanzar en igualdad sin asfixiar financieramente a un mercado aún emergente.
Tania Tejeira introdujo una reflexión sobre el papel de FIFA en esa transición, el objetivo no es imponer un modelo único, sino acompañar. Pero la profesionalización es irreversible. El nuevo esquema de FIFA permite escalonar los porcentajes en función del nivel de profesionalización de cada liga. Es decir, un modelo evolutivo, no permanente.
Otro de los puntos calientes fue el impacto de los Convenios Colectivos de Trabajo en las ligas femeninas. Donde Marta Perarnau recordó que la profesionalización no empieza cuando se firma un contrato, sino cuando se cumple.Citando como ejemplo el Convenio de la Liga F española, que elevó el salario mínimo y reforzó la protección de la maternidad, pero advirtió que su éxito dependerá del cumplimiento real por parte de los clubes. En definitiva, las normas ya existen. Lo que falta es voluntad y medios para aplicarlas.
Desde el punto de vista de CONMEBOL, se está exigiendo a los clubes femeninos que cumplan criterios de licencia similares a los masculinos, no solo en lo deportivo, sino también en gestión y solvencia. Ya que profesionalizar no es solo pagar un sueldo, es crear estructuras que garanticen continuidad. De lo contrario, el progreso se desmorona a la primera crisis económica.
La mesa no evitó los temas incómodos, al contrario, fue directa al señalar la brecha mediática y cultural que todavía condiciona la percepción del fútbol femenino. La revolución empieza en los despachos, cuando un club decide contratar a una mujer para su dirección jurídica o deportiva. La igualdad no se proclama, se contrata. Está en los papeles.
El debate se cerró con una pregunta que resumió la tensión entre ideal y realidad: ¿puede el fútbol femenino crecer sin reproducir los mismos errores del masculino?
Las respuestas fueron diversas, pero todas coincidieron en un punto: solo si el crecimiento se mide en derechos, no en audiencias. Sus avances son innegables —p rofesionalización, regulación, inversión —, pero también lo son sus vulnerabilidades: salarios precarios, clubes sin estructura, calendarios imposibles y ligas que todavía dependen del entusiasmo más que de la planificación.
Para quienes todavía dudan de la trascendencia jurídica del fútbol femenino, esta mesa fue la prueba definitiva de que el futuro del derecho deportivo será, inevitablemente, también femenino. La profesionalización es un camino sin retorno, y las reformas normativas de FIFA — y CONMEBOL por su parte — empiezan a poner los cimientos para que ese camino sea jurídicamente sólido.
Reforma de agentes: ¿evolución o retroceso?
El segundo día del Congreso comenzó con una de las cuestiones más discutidas en el derecho deportivo actual: la nueva regulación de los agentes. Bajo la moderación de Javier Ferrero (Socio Fundador de Senn Ferrero Asociados), la mesa reunió a Álvaro Torres (Socio y Director YouFirst), Rodrigo García (Socio Fundador de Laffer Abogados), Josep F. Vandellòs (Socio Fundador de Uno-One Legal) y Natalia Simeone (Socia Fundadora de Estudio Jurídico Simeone), para debatir sobre las luces y sombras del Reglamento FIFA de Agentes de Fútbol (FFAR), que ha revolucionado — y en algunos casos fracturado — el modelo de intermediación en el fútbol internacional.
Desde el inicio se percibió que el debate trascendía la letra del reglamento. La mesa abordó no solo el impacto jurídico del FFAR, sino también su dimensión práctica, ética y económica. Los ponentes coincidieron en que la profesionalización del sector era necesaria: durante años, la intermediación se había movido entre la opacidad y la falta de control. Pero también compartieron una crítica unánime a la forma en que se ha implantado la reforma, calificándola de precipitada y poco homogénea.
La conversación giró en torno a tres grandes ejes. El primero, la licencia obligatoria y los nuevos requisitos para operar como agente. Se destacó que, si bien el examen y el registro aportan seriedad y trazabilidad, su aplicación desigual en distintos países ha generado inseguridad jurídica y disparidad de criterios. Lo que debía ser un sistema global ha terminado fragmentado por decisiones judiciales contradictorias, como las que en Alemania suspendieron cautelarmente partes del reglamento. Esa brecha, según apuntó Rodrigo García, abre la puerta a un fenómeno preocupante: el forum shopping regulatorio, donde los agentes eligen dónde firmar o litigar en función de la normativa más favorable.
El segundo eje fue el tope de comisiones, una de las medidas más polémicas del nuevo marco. Los ponentes coincidieron en que el objetivo de proteger al jugador es legítimo, pero alertaron de sus efectos colaterales. Aplicar el mismo límite a todas las operaciones, sin distinguir contextos o niveles de riesgo, ha derivado en distorsiones que penalizan la libre negociación. Álvaro Torres apuntó que muchos agentes ya recurren a fórmulas paralelas — como contratos de consultoría o acuerdos de marketing — para compensar la rigidez del sistema. El resultado, lejos de traer transparencia, ha multiplicado la complejidad y el riesgo fiscal.
El tercer eje giró en torno al rol del agente en el ecosistema moderno del fútbol. Natalia Simeone subrayó que la figura del intermediario ha evolucionado: ya no se limita a cerrar contratos, sino que acompaña la carrera del jugador en aspectos financieros, emocionales y de marca personal. Sin embargo, la normativa actual tiende a despersonalizar la profesión, reduciéndola a una mera función administrativa. La regulación, se insistió, debe adaptarse a esa nueva realidad sin ahogar la confianza y la flexibilidad que sustentan la relación agente–jugador.
Josep Vandellòs aportó una visión más estratégica: recordó que el agente se ha convertido también en un gestor de riesgo financiero, obligado a dominar cuestiones fiscales y de cumplimiento normativo. La FFAR, dijo, no puede aplicarse de espaldas a esa complejidad. Regular no debe significar limitar, sino establecer un marco que proteja la integridad del mercado sin anular su dinamismo.
El tono de la mesa osciló entre la crítica y la construcción. Nadie cuestionó la necesidad de ordenar la profesión, pero todos coincidieron en que la norma necesita ajustes, diálogo y una implementación más coherente. La FIFA, en su intento de armonizar, ha creado un modelo que exige revisión constante y adaptación al contexto nacional. El desafío ahora es equilibrar el control con la libertad empresarial y, sobre todo, restaurar la confianza entre los actores del mercado.
En definitiva, esta tercera mesa no fue una protesta contra la regulación, sino una llamada a mejorarla. Los ponentes dejaron claro que el agente es parte esencial del engranaje futbolístico, no un enemigo del sistema. Profesionalizar sí, pero sin burocratizar hasta el extremo. Regular sí, pero escuchando a quienes conocen el terreno. Y, sobre todo, no perder de vista que detrás de cada transferencia hay algo más que cifras y cláusulas: hay personas, trayectorias y decisiones que definen carreras.
Para comprender en profundidad los matices, las cifras y las anécdotas, ver el vídeo completo de la segunda jornada es casi una obligación profesional. Porque en ella se habló de lo que realmente sostiene al fútbol profesional moderno — la confianza —, y de cómo preservarla en tiempos de cambio.
La mesa de los dilemas: preguntas incómodas y respuestas valientes
El segundo día — y con ello el Congreso — cerró con un formato tan atrevido como refrescante: La mesa de los dilemas, una conversación sin guion en la que cuatro de los abogados más reconocidos del ámbito deportivo: Daniel Cravo (Socio de Cravo, Pastl y Balbuena), Jorge Ibarrola (Socio Fundador de Libra Law), Horacio González Mullin (Socio Fundador de González Mullin, Kasprzyk & Asociados) y Ariel Reck (Socio Fundador de Reck Sports Law) — moderados por Toni Roca —, se enfrentaron en directo a una serie de situaciones límite que ponían a prueba tanto su conocimiento jurídico como su instinto ético.
Inspirada en el espíritu provocador del podcast La cena de los idiotés, la sesión abandonó la rigidez académica para entrar en un terreno mucho más humano: el de las decisiones difíciles, las zonas grises del Derecho y los dilemas en los que ninguna respuesta es del todo correcta. En lugar de exponer teorías, los ponentes tuvieron que mojarse, tomar partido y defender en pocos minutos cómo actuarían ante escenarios tan reales que muchos asistentes confesaron haber vivido alguno en carne propia.
Lo fascinante del formato fue su mezcla de humor, honestidad y profundidad técnica. Con un tono distendido, pero cargado de sustancia, los abogados debatieron sobre conflictos que atraviesan la práctica cotidiana: cómo actuar cuando el contrario es un buen amigo, cómo reaccionar ante una presión extrajurídica en plena negociación, hasta dónde puede llegar la influencia de un tercero en una transferencia, cuándo una cláusula roza la ilegalidad, o cómo equilibrar estrategia y ética ante un árbitro sospechosamente parcial. Los dilemas, planteados con ironía y ritmo ágil, sirvieron para exponer las grietas del sistema normativo del fútbol y, a la vez, su capacidad de adaptación.
La conversación fue un ejercicio de transparencia poco habitual en foros jurídicos. Nadie se escondió tras la teoría: cada abogado argumentó desde su experiencia, con ejemplos reales y una sinceridad poco común. Daniel Cravo aportó la mirada del abogado de club sudamericano, acostumbrado a la urgencia, la presión y las diferencias de criterio entre tribunales. Jorge Ibarrola ofreció la perspectiva del árbitro internacional, recordando la importancia de la prudencia y de mantener la confianza en los procedimientos. Horacio González Mullin añadió una reflexión ética, insistiendo en que la independencia del jurista no se negocia ni siquiera cuando el cliente presiona. Y Ariel Reck, con su habitual franqueza, se encargó de bajar la teoría al terreno de juego, ya que en el derecho deportivo, las líneas rojas existen, pero la vida profesional te obliga a pisarlas sin romperlas.
La riqueza de la mesa no estuvo tanto en las respuestas como en la manera de razonar los dilemas. Cada intervención fue una lección de cómo un abogado deportivo combina conocimiento, intuición y, sobre todo, criterio. En unos minutos, los ponentes pasaron de cuestiones disciplinarias a conflictos contractuales, de los problemas procesales ante el TAS a la presión mediática en los litigios de alto perfil. La agilidad del intercambio mostró que el verdadero valor del jurista no está solo en conocer las normas, sino en saber interpretarlas bajo fuego.
En el fondo, esta mesa fue un recordatorio de que el Derecho del fútbol no se juega únicamente en los reglamentos de FIFA o en las sentencias del TAS, sino también en los despachos, en las conversaciones privadas y en las decisiones cotidianas que los abogados deben tomar sin manual ni red de seguridad. La profesión, coincidieron, requiere valentía, coherencia y capacidad para moverse en la incertidumbre.
El cierre fue distendido, pero dejó un poso claro: la ética es también una estrategia. Saber decir “no”, saber cuándo hablar y cuándo callar, o saber cuándo retirarse a tiempo forma parte de la esencia del buen jurista. Esta mesa demostró que incluso los dilemas más incómodos pueden ser espacios de aprendizaje colectivo, y que el humor, lejos de trivializar, ayuda a poner luz donde habitualmente solo hay silencios.
Conclusión
El 5º aniversario del Sports Law Institute no solo fue una celebración, sino también una demostración de madurez. En sus cuatro mesas, el Congreso online “Ganar en los Despachos” condensó la complejidad de un deporte que ya no puede entenderse sin el Derecho. Se habló de poder, de igualdad, de regulación y de ética; de cómo las normas internacionales conviven con la realidad de los clubes, los jugadores y los agentes; y de cómo el fútbol se ha convertido, en definitiva, en un laboratorio jurídico global.
Más que respuestas, quedaron planteadas las preguntas que marcarán los próximos años: ¿cómo armonizar sistemas tan dispares sin perder identidad?, ¿cómo profesionalizar sin burocratizar?, ¿y cómo mantener la esencia del juego en medio de un entramado legal cada vez más sofisticado?
El Congreso cerró con una sensación compartida: el Derecho del deporte ha dejado de ser un apéndice del fútbol para convertirse en su columna vertebral. Y quien quiera entender hacia dónde se mueve esta industria — y las personas que la sostienen — encontrará en las grabaciones del aniversario una guía imprescindible para anticipar el futuro.