Caso Negreira: el sentimiento del socio y el simpatizante del FC Barcelona
El caso que mantiene en vilo al futbol mundial sobre el supuesto pago de más de 6 millones euros por parte del FC Barcelona al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, José María Enríquez Negreira, ya ha sido abordado desde distintos ámbitos, tanto del penal como del disciplinario deportivo.
Lo cierto que este tema reavivó la vieja polémica del incentivo y el soborno. El Barça habría abonado presuntamente ese dinero para recibir un trato equitativo, de neutralidad en los arbitrajes durante varios años, cuando ése es el deber, es la debida diligencia (o el “due diligence” de los americanos) que deben realizar los cuerpos arbitrales.
Por lo que se dijo, en el renglón del soborno no debiera ser considerado supuestamente. La incógnita es conocer si se aparenta con una especie de incentivo a los árbitros para realizar su trabajo de manera correcta.
De una u otra forma no deja de ser algo absolutamente inmoral, lesionando claramente a la especificidad del deporte y en este caso del más grande y popular de los deportes.
Les corresponderá a los magistrados judiciales advertir si el hecho roza con las características de un delito para actuar y aplicar las sanciones correspondientes en el ámbito penal y civil por el daño causado.
Cuánto daño a muchas familias, cuántos inocentes pagando por pecadores. Toda la familia arbitral mancillada en su más preciosa virtud, que es administrar justicia en un juego deportivo. Sembrar la duda de su imparcialidad le sella un lunar negro en la historia del referato de tan prestigiosa Liga.
Recuerdo cuando estudiaba la maestría de derecho deportivo en Madrid que al ver el tema del dopaje leí con atención y asombro una jurisprudencia en Francia sobre una esfera de protección de este nuevo delito que dejó de ser infracción. La misma determinaba que si se lograba probar que el organizador de la competición conocía del doping de un atleta y, aun así, le permitía participar, estaba siendo cómplice en una estafa y en un claro daño y perjuicio contra los espectadores que abonaron un ticket para ver el desarrollo normal de un evento deportivo.
Este triste suceso que se habría producido durante un largo tiempo en silencio (supuestamente a espaldas de los jugadores) sale a la luz por la actuación de la Inspección de la Agencia Tributaria española que obliga ahora a que las autoridades del fútbol procedan a buscarle una solución a este conflicto.
La pregunta del millón es qué piensa el jugador que desconocía en las condiciones que jugaba, o el socio, o el simpatizante que alentaba apasionado.
En los primeros los hubo de notables figuras, ¿se sentirán engañados? ¿nunca lo imaginaron? ¿nunca se manifestaron síntomas que podía estar sucediendo alguna irregularidad?
Por su parte, el simpatizante o el socio que aprecia del fútbol limpio que puede sentir que fue estafado en su moral. Habrá muchos que piensan que son cosas del futbol e intentan soslayar un tema muy crítico. Un tema que podrá afectar la salud del fútbol y de una prestigiosa institución como el Barcelona.
Un nuevo problema para el fútbol, que estalla en los planos de la ética primero y la observancia de si hubo o no acción delictiva.
Esto último le concierne a la justicia determinarlo. Lo otro a los que nos preciamos de cuidar de este hermoso deporte que llena de emoción al mundo entero y alimenta a miles de hogares en el planeta.
Buscar una urgente solución y admitir que prevenirlo en el futuro será estar siempre un paso adelante para que hechos lamentables como éste no ensucien el alma del deporte y de los deportistas, protegiendo también a quien confía abonando una entrada para ver un juego, convencido que en el fútbol, pasión de multitudes, no hay trampas. Cuidemos la pelota.
Como decía el gran Diego: la pelota no se mancha.
José Emilio Jozami
Periodista y alumno del Programa Ejecutivo en Compliance en el Deporte